La esquizofrenia avanza: Milei dice que en redes sociales no es presidente del país
Lo dijo, además, para justificar sus ataques a Ian Moche, un niño con autismo.
En la era de la posverdad y las redes sociales la información es parte de una zona de combate desigual, sucia y en la que parece valer todo. Bajo el gobierno de Javier Milei esta batalla digital alcanza niveles de beligerancia inéditos, con un Presidente que utiliza su cuenta en la red X (antes Twitter) para descalificar, insultar y confrontar a quienes considera enemigos. Paran las universidades nacionales y se organiza una nueva Marcha Federal La última controversia, que puso en evidencia el estilo violento de la comunicación oficial se centra en un caso particularmente sensible: la agresión a Ian Moche, un niño con autismo. La historia escaló a la esfera judicial y, hasta el momento, Milei se niega a borrar un posteo en el que descalificó a Ian, quien lo había acusado de insultarlo. Lejos de retractarse, el mandatario presentó un escrito ante la Justicia que, según publicó la agencia NA, apela a una serie de argumentos que rozan lo insólito. En la presentación, la defensa de Milei insiste en una teoría ya utilizada y desestimada: que la cuenta @JMilei es “personal” y no lo representa como Jefe de Estado. Este mismo argumento de la “doble personalidad” ya había sido rechazado por el fiscal Oscar Julio Gutiérrez Eguía en una causa previa por estafa con criptomonedas, quien dictaminó que la cuenta de X sí representa al presidente de la Nación. ,
Califican la demanda como “carente de sustento jurídico” y niegan una lista de puntos clave. Entre ellos, que la cuenta de X sea oficial, que los posteos hayan agredido la “honor, reputación o integridad” del niño, que un reposteo (o retweet) signifique una “ratificación de agravios”, o que la publicación haya generado un “daño irreparable, grave, inminente”. La joya de la argumentación, sin embargo, llega al final: afirman que el “interés superior del niño” no habilita a “restringir la libertad de expresión política”. El presidente insiste en que el tuit fue una “acción privada” y una “expresión crítica sobre la labor y agenda subyacente de un periodista públicamente conocido”, en alusión a Paulino Rodríguez, y no un ataque al menor. Con esta justificación, busca desviar el foco y transformar la denuncia de la familia de Ian en un conflicto de índole ideológica, un recurso habitual en la estrategia comunicacional del gobierno. El caso de Ian Moche es un espejo de la lógica que domina el discurso del neofascismo que el gobierno de Javier Milei encarna. Como en la distopía que anticipó la película Joker de Todd Phillips, el mundo parece haberse roto, y la disolución de los consensos ha dado lugar a una cultura de la confrontación permanente. El “final aterrador es mejor que un miedo sin fin”, como planteó el filósofo Bifo Berardi, se materializa en una sociedad que, hastiada de un miedo constante, parece dispuesta a votar por la demencia como forma de poder político. La insistencia de Milei en su “libertad de expresión” por encima de la protección de un niño vulnerable, sumado a la recurrente descalificación a cualquier voz crítica —sean periodistas, artistas, opositores o, en este caso, un menor— dibuja un panorama sombrío.
Fuente: Soy Argentino